Moscú ha vuelto a asegurar que respetará rutas de evacuación para civiles desde varias ciudades incluidas Mariúpol, Kiev, Chernígov, Sumy, Járkov y Mariúpol entre otras ciudades ucranianas.
El intento de ayudar a los civiles a abandonar las zonas bombardeadas este martes tuvo resultados muy diferentes.
Unas cinco mil personas fueron evacuadas de la ciudad de Sumy a Poltava, también en Ucrania, entre ellas había 1.700 estudiantes extranjeros.
Pero los autobuses enviados para evacuar a los civiles de Mariúpol se quedaron vacíos de nuevo.
Las tropas rusas dispararon contra el convoy ucraniano que transportaba ayuda humanitaria, pero que debía transportar a civiles en el viaje de vuelta que no pudo realizarse.
El bombardeo de Mariúpol, una ciudad de 430.000 habitantes, ha sido implacable y no se tiene aún un recuento de víctimas mortales. La ciudad portuaria lleva varios días asediada sin agua, electricidad, calefacción, ni cobertura telefónica. Una situación que Médicos sin Fronteras ha calificado de «catastrófica».
Son ya varios días los que los vecinos de bloques enteros de viviendas viven resguardados en garajes y sótanos.
«¿Por qué no voy a llorar? – clamaba una de las vecinas- Quiero mi casa, quiero mi trabajo. Estoy muy triste, por la gente, por la ciudad, por los niños».
Ambas partes se han culpado mutuamente de que el alto el fuego se haya roto y de la imposibilidad de que los pasillos humanitarios hayan funcionado en los horarios pactados. El coronel ruso Mijaíl Mizintsev ha sugerido la creación de una línea directa para coordinar las evacuaciones.
Mientras tanto, Rusia ha intensificado los bombardeos nocturnos en los suburbios de Kiev. Los civiles siguen buscando refugio en las estaciones de metro de la capital. Sobre el terreno la impresión es de que las fuerzas rusas se preparan para un asalto a la capital de Ucrania esta misma semana.