Los jóvenes encarnan la nueva oleada del descontento social en Francia por la impopular reforma de las pensiones. Desde su aprobación hace casi una semana, se han echado a la calle y han bloqueado universidades e institutos.
Desde que hace seis días el Gobierno de Emmanuel Macron decidiese sacar adelante el aumento de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años aplicando un artículo constitucional que le eximió de voto en la Asamblea, pequeños grupos de estudiantes han plasmado su cólera participando de espontáneas protestas en varias ciudades francesas.
Las protestas tildan al Ejecutivo de «autoritario» y varias han desembocado en choques con la policía, que en la última semana ha arrestado a centenares de jóvenes, acusados de montar barricadas en plena calle y de quemar contenedores de basura, vehículos y mobiliario urbano.
Los jóvenes encarnan la nueva oleada del descontento social en Francia por la impopular reforma de las pensiones. Desde su aprobación hace casi una semana, se han echado a la calle y han bloqueado universidades e institutos.
Desde que hace seis días el Gobierno de Emmanuel Macron decidiese sacar adelante el aumento de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años aplicando un artículo constitucional que le eximió de voto en la Asamblea, pequeños grupos de estudiantes han plasmado su cólera participando de espontáneas protestas en varias ciudades francesas.
Las protestas tildan al Ejecutivo de «autoritario» y varias han desembocado en choques con la policía, que en la última semana ha arrestado a centenares de jóvenes, acusados de montar barricadas en plena calle y de quemar contenedores de basura, vehículos y mobiliario urbano.
Este resorte constitucional, usado en diversas ocasiones por otros gobiernos, permitió al Ejecutivo aprobar el pasado día 16 el proyecto sin voto, ante la falta de una mayoría en la Cámara Baja debido a la división de Los Republicanos (LR, centro derecha), quienes se dividieron entre el apoyo y la censura al proyecto gubernamental.
«Nos han dado una bofetada con el 49.3»
Gaspard, compañero de Maëlle y también de 16 años, no tiene tapujos de hablar sobre el aumento de la violencia en las últimas noches. «Hemos intentado ser lo más pacíficos posible durante mucho tiempo y nos han dado una bofetada con el 49.3».
Adèle, de 15 años, incide en la respuesta al gran sentimiento de frustración de «no sentirse escuchados». «Las manifestaciones pacifistas no tienen el mismo impacto, nosotros podemos también hacer bascular el país», advierte.
Los cuatro alumnos del Helène Boucher, integrantes de las marchas espontáneas, coinciden en denunciar «el recrudecimiento de la violencia policial» y aseguran haber visto en internet vídeos de arrestos arbitrarios a jóvenes.
Este endurecimiento de las manifestaciones preocupa a Macron. Hoy mismo, en su primera declaración pública sobre la nueva oleada de protestas, alertó que «no tolerará ningún tumulto» en el país. Durante los meses previos a la aprobación de la reforma, las protestas habían transcurrido sin incidentes bajo el paraguas de los sindicatos.
Mientras el propio presidente insiste en que trabajar dos años más es indispensable para reducir el déficit del país y financiar la educación y la sanidad de las próximas generaciones, Luigi lo refuta, retomando los cálculos hechos por la oposición de izquierdas.
«Tasando el 2 % de las grandes fortunas podríamos compensar esos 12,000 millones de euros de déficit anuales que dejan las pensiones», asegura este estudiante.