Santo Domingo.– Franchesca Cabrera es una niña de cinco años con una mirada dulce y profunda, y una sonrisa que enamora. Aquellos que la conocen a simple vista no notan que tiene cáncer, como fue mi caso.
La pequeña reside en San Juan de la Maguana junto a su madre y dos hermanitos de 10 y siete años. La conocí mientras caminaba de la mano de su madre, Carolina de los Santos, que la llevaba bajo su protección como una mamá gallina.
“Ella es una niña alegre a la que le gusta jugar. Su enfermedad no ha afectado su autoestima. Un día le dio fiebre y se le inflamó un poco la garganta. La llevé al centro de salud y me dijeron que tenía paperas,” explica la madre de 29 años.
Comenta que, como la salud de la niña no mejoraba, buscó otra opinión médica. Fue entonces cuando le descubrieron unos ganglios y la refirieron desde San Juan de la Maguana a Santo Domingo el hospital Robert Reid Cabral.
“Al llegar a la capital le realizaron varios estudios y estuvimos un mes ingresadas,” relata.
Fue entonces cuando recibió la fatídica noticia de que su pequeña padecía linfoma de Hodgkin.
El linfoma de Hodgkin es una enfermedad en la que se forman células malignas (cancerosas) en el sistema linfático.
Tras recibir el diagnóstico a principios de este año, Franchesca fue referida al Instituto Nacional del Cáncer Rosa Emilia Sánchez Pérez de Tavares (Incart) y comenzaron los tratamientos.
Mientras mira a la pequeña Franchesca, Carolina comenta que tuvo que renunciar a su trabajo en una banca de lotería, ya que necesitaba ausentarse constantemente para viajar cada semana a la capital para las quimioterapias.
El traslado desde San Juan, cuya distancia por carretera es de 281.1 km, cuesta mil pesos en pasaje, además de los costos de alimentación que se multiplican cuando la pequeña debe ser ingresada.
“A veces pasa hambre porque no tenemos para comer cuando estamos en el hospital, y se pone un poco ñoña y no quiere comer la comida que nos dan,” dice Carolina.
Añade que en más de una ocasión se ha visto en la necesidad de pedir dinero para los pasajes, ya que es madre soltera y reside con sus padres.
Es por esto que la pequeña Francesca y su madre Carolina necesitan de una mano amiga para transitar por la ruta hacia la recuperación de su salud.