El Comité de Organización de los JJOO (COJO, por sus siglas en francés) lo ha confirmado al diario Le Parisien: no habrá alcohol para los espectadores que asistan a las competencias de París 2024. El motivo, respetar la ley francesa, que prevé la prohibición de la publicidad y consumo de alcohol “en todos los establecimientos de actividades físicas y deportivas”.
La única excepción prevista es para quienes puedan costearse el acceso a un salón VIP, donde sí podrán beber alcohol. Pero tiene un precio. Los “packs” van de 825 euros por persona para asistir a un partido de baloncesto en el Stade Pierre Mauroy de Lille, en la categoría Oro, o 3.250 euros por persona para ver las semifinales y finales de natación en La Défense Arena de Nanterre, Hauts-de-Seine, en la categoría Plata. Sentarse en un salón del Stade de France con una copa en la mano para ver la final masculina de los 100 m, saldrá 4.900 euros por persona.
El COJO no ha querido dar mayores precisiones sobre su decisión de respetar a rajatabla la llamada Ley Evin, de 1991, que estipula que nada de cerveza, vino, sidra o champán donde se practique deporte. Una decisión que recuerda la polémica del Mundial de fútbol de Catar 2022.
Pese a esta ley, algunos organizadores de eventos deportivos esquivan la prohibición a través de una derogación, na práctica común para algunos clubes en el rugby. De hecho, varios alcaldes de municipios participantes en el Mundial de Rugby de Francia 2023 han anunciado que van a pedir la derogación para vender alcohol.
«No podemos imaginar una Copa del Mundo de Rugby sin cerveza en los estadios», explicó en mayo Jacques Rivoal, Presidente del Comité Organizador de la Copa del Mundo de Rugby.
La venta de alcohol en los JJOO pudo observarse en Londres en 2012 y en Brasil, cuatro años más tarde, con el patrocinio de empresas de cerveza.