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Internacionales

Italia, el país de los abuelos

Roma (Prensa Latina).- Con una marcada reducción en los nacimientos y un incremento importante en la esperanza de vida de sus habitantes, Italia ostenta un puesto cimero como el país más envejecido de Europa, lo cual preocupa a políticos y economistas.

De acuerdo con datos oficiales de la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea (Eurostat), esta nación cuenta con el mayor porcentaje de residentes mayores de 65 años, con un 24 por ciento, casi la cuarta parte de su población, y aproximadamente la mitad de los italianos tiene más de 48 años.

En 2000, la edad media italiana era de 40,1 años, lo cual significa que creció ocho en poco más de dos décadas y actualmente, según la Eurostat, la relación entre el número de personas mayores de 65 años y las que tienen entre 15 y 65 es del 37,8 por ciento, mientras que la media regional apenas alcanza los 33,4 puntos porcentuales.

Después del pico negativo alcanzado en 2022, cuando por primera vez desde la unificación de Italia el número de nacimientos cayó a menos de 400 mil, los datos del primer semestre de 2023 mostraron un nuevo descenso en tres mil 500 nacimientos a nivel nacional.

Las proyecciones demográficas para Italia indican que en las próximas dos décadas la población en edad laboral disminuirá en casi cuatro millones de personas.

Por otra parte, la población de edad avanzada y muy anciana aumentará en 3,5 millones, con una mayor propagación de discapacidades medias y graves, a la vez que las proyecciones demográficas actuales suponen una tasa de inmigración neta del 0,5 al 0,6 por ciento.

Considerando el aumento del gasto en seguridad social, salud y cuidados de larga duración, el coste para el presupuesto público estimado por la Comisión Europea en 2021 oscilaba entre un mínimo del 1,9 por ciento y un máximo de 5,2 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB).

“El porcentaje de personas de 80 años y más aumentó en 2023 al 7,7 por ciento de la población total, lo que representa un incremento notable respecto al 3,3 por ciento registrado en 1991″, destacó sobre la base de ese reciente informe Cecilia Tomassini, profesora de Demografía y Estadísticas Sociales de la Universidad de Molise.

Mientras la población general creció un 3,4 por ciento desde 1991, los octogenarios se duplicaron en el mismo período, indicó la especialista.

BAJA TASA DE FERTILIDAD

Por su parte, Giovanni Lamura, del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud y el Envejecimiento, apuntó que “el problema es que la tasa de fertilidad en Italia es baja, cada vez tenemos menos hijos”.

En los últimos 40 años, el número medio de descendientes por familia ha sido inferior a 1,5, aseveró Alessandro Rosina, profesor de Demografía y Estadística Social en la Universidad Católica de Milán, quien precisó que “el dato más reciente es de menos de 1,24 partos por mujer”.

Debido a esta tendencia, la cantidad de pensionistas es mucho mayor que el número de recién nacidos, y los esfuerzos del gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni por aumentar las tasas de natalidad, hasta ahora no lograron revertir ese declive demográfico, alertan los expertos.

Lamura criticó que en el país se invierten actualmente menos recursos en apoyar a las nuevas generaciones que los destinados a las mayores, y aunque es evidente la necesidad de ayudar financieramente a las familias jóvenes, esto resulta difícil debido a la enorme deuda pública, que alcanzó 140,6 por ciento del PIB en 2023.

Como resultado, “Italia tiene una de las edades medias más altas de Europa para tener el primer hijo, sobre todo porque los jóvenes enfrentan dificultades para incorporarse al mundo laboral y encontrar un empleo estable, además de tener problemas para tener una casa propia”, añadió.

Rosina consideró que en Italia “existe el riesgo de que el nacimiento de un hijo provoque un empeoramiento de las condiciones económicas de los padres, así como una complicación de su vida desde el punto de vista organizativo, más que en otros países”.

“Estamos entre las naciones europeas que más luchan por revertir la tendencia al envejecimiento, pues corremos el riesgo de caer en una trampa demográfica”, comentó.

Esto se debe a que “la población anciana, tiende a aumentar gracias a una mayor longevidad y se debe enfrentar el desafío de garantizar condiciones de atención y asistencia, pero cada vez tenemos menos personas en edad activa, lo cual ralentiza el crecimiento económico, así como el sistema de bienestar italiano en general”.

Para Tomassini, el envejecimiento de la población italiana y la disminución de los nacimientos están destinados a continuar en el futuro, “a menos que haya intervenciones significativas, como crisis de mortalidad o un nuevo baby boom”, en referencia a un improbable sustancial incremento de los partos.

En una encuesta del Instituto Nacional de Análisis de Políticas Públicas (Inapp), realizada sobre una muestra de dos mil 500 pequeñas y medianas empresas, representativas de unas 150 mil en el país, más del 20,0 por ciento de los empresarios afirmó que se experimentó un envejecimiento en su personal durante el último lustro.

ACUERDO DE COLABORACIÓN ANTE DESAFÍOS

Además, en el contexto de un país que envejece, comenzó la fase operativa de un acuerdo de colaboración de tres años, estipulado el 31 de diciembre de 2022, entre el Departamento de Políticas Familiares de la Presidencia del Consejo de ministros y el Inapp.

Este convenio tiene como objetivo fomentar una mayor colaboración en el ámbito del envejecimiento activo, a la luz de la aprobación de la Ley 33/2023 que contiene delegaciones en el Gobierno en materia de políticas a favor de las personas mayores.

El ministro de Salud italiano, Orazio Schillaci, reconoció a “la disminución de las tasas de natalidad y al envejecimiento demográfico como una emergencia necesitada de intervenciones concretas” por lo que, según dijo, “este Gobierno finalmente está trabajando en ello”.

“El apoyo a las familias y a los nacimientos no es un eslogan, hemos pasado a los hechos, pero el desafío no es fácil ya que estamos ante un fenómeno extremadamente complejo”, agregó.

Según el ministro, las razones son económicas, sociales y culturales a menudo tienen su origen en la falta de inversión en bienestar para apoyar la crianza de los hijos, mientras el resultado es una tasa de fertilidad entre las más bajas de Europa.

En los últimos años se impulsaron medidas como el estímulo al denominado trabajo inteligente, a distancia, el establecimiento de horarios de trabajo flexibles, asistencia sanitaria complementaria, así como permisos de maternidad y paternidad ampliados.

De otra parte, se desarrollan campañas de prevención y bienestar psicofísico, fundamentales para crear un entorno de trabajo que apoye las necesidades de las familias modernas.

“Salir del invierno demográfico es verdaderamente un gran desafío en el que es necesaria la contribución de todos: de la política, de las instituciones, de los médicos, de la investigación, de los farmacéuticos, de las escuelas, pero sobre todo es necesario un debate animado y proactivo”, valoró Schillaci.

De acuerdo con un estudio de la Fundación por la Natalidad, “el verdadero problema en Italia es que el nacimiento de un niño es la segunda causa de pobreza”, y para luchar contra las negativas tendencias demográficas actuales se debe trabajar para revertir esa realidad.

Esa fundación considera necesario aplicar políticas dirigidas a superar el umbral de los 500 mil nacimientos anuales de aquí a 2033, pues de lo contrario Italia está destinada a convertirse en el país de los abuelos

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