Los inmigrantes haitianos que ingresan de manera clandestina al país están pagando cifras enormes, para sus economías, a las bandas que trafican con personas por la franja norte, de la frontera entre República Dominicana y Haití.
De acuerdo a ciudadanos del vecino país, que han llegado a territorio nacional utilizando esos servicios mafiosos, los hombres pagan RD$10 mil y las mujeres RD$12 mil para ingresar a suelo quisqueyano en vehículos y motocicletas.
Sostienen que conocen de personas que han pagado hasta RD$15 mil para que les permitan pasar a mujeres embarazadas o con niños.
Explican que a las féminas les cobran más por las dificultades que enfrentan en algunos puestos de chequeos militares que, según dicen, no están asociados a los contrabandistas.
Relatan que, en ocasiones, deben caminar kilómetros, atravesando fincas, para no ser descubiertos en el trayecto a Santiago y otros puntos de la región.
El ciudadano haitiano Michelet Levasseur, quien reside en un sector al sur de Santiago desde hace varios años, entiende que no es un secreto para nadie que sus compatriotas pagan elevadas sumas de dinero para penetrar a territorio dominicano de manera clandestina.
«Es un contrabando que le deja mucho dinero a militares y a civiles», asegura.
Negocian con contrabandistas
Los traficantes atraviesan localidades de Dajabón, Santiago Rodríguez, Montecristi y Valverde, donde el Ejército de la República Dominicana (ERD) tiene establecido controles militares, los cuales realizan chequeos rutinarios a los vehículos que por allí circulan, con el objetivo de evitar trasiego de personas y mercancías.
Denuncian que hay puestos donde los militares negocian con los contrabandistas para darles paso. Mientras que, para evadir otros puestos, los ilegales deben bajar del vehículo y hacer kilométricas caminatas. Pagan sumas superiores a los RD$10 mil.
Un negocio lucrativo
«Haití no tiene nada, muchas veces allá no hay ni para comer, por lo que venimos aquí a buscarnos la vida», señaló Fernán Issac, otro inmigrante haitiano residente en Santiago.
Sostiene que desde República Dominicana ha podido ayudar a sus parientes con la construcción de una vivienda y con el sustento diario. Los extranjeros hablaron con Diario Libre sobre el lucrativo negocio de la trata de personas.