Por Leonardo Gil
Aun no concluye Mayo y ya se soltaron los caballos para la carrera presidencial, aunque no sabemos cuales son todos los jinetes, si sabemos que se soltaron los caballos. En el mundo de la política, el poder es una pieza fundamental que mueve los hilos de las decisiones y define el rumbo de las sociedades. Sin embargo, es importante comprender que el juego del poder no se rige por las urgencias, sino por la estrategia y la paciencia de aquellos que saben manejarlo con destreza.
En ocasiones, nos encontramos con individuos que se dejan llevar por la prisa y la impaciencia, creyendo que pueden alcanzar el poder de forma rápida y sin tomar en cuenta las consecuencias de sus acciones. Estos ingenuos, seducidos por la idea de obtener resultados inmediatos, se convierten en presa fácil de aquellos que conocen las reglas del juego y están dispuestos a aprovecharse de su inexperiencia.
El juego del poder requiere de un análisis profundo, de la capacidad de anticiparse a los movimientos del adversario y de la habilidad para construir alianzas estratégicas. No se trata de actuar a la ligera, sino de tomar decisiones fundamentadas en una visión a largo plazo y en el bienestar de la sociedad en su conjunto.
La prisa puede llevarnos a cometer errores irreparables, a tomar decisiones impulsivas que nos alejen de nuestros objetivos y a caer en trampas que nos hagan perder el juego por completo. Es necesario recordar que el poder no se obtiene de la noche a la mañana, sino que requiere de un trabajo constante, de una construcción sólida basada en valores y principios, y de una dedicación profunda a la causa que se defiende.
En este sentido, es fundamental aprender de aquellos líderes que han sabido manejar el poder con sabiduría y cautela. Personajes históricos como Maquiavelo o Sun Tzu nos enseñan que el éxito en el juego del poder radica en la capacidad de ser astutos, de conocer las debilidades del adversario y de actuar con prudencia y determinación.
En el juego del poder no hay lugar para las urgencias, sino para aquellos que entienden que la paciencia y la estrategia son las mejores armas para alcanzar el éxito. Los ingenuos con prisa son presa fácil de quienes saben cómo manipular y aprovecharse de su falta de experiencia. Por tanto, es necesario cultivar la sabiduría y el análisis profundo antes de embarcarse en la búsqueda del poder, para evitar caer en trampas y cometer errores irreparables.
El poder no se toma, se conquista paso a paso, con astucia y determinación. Solo aquellos que comprenden esta realidad pueden verdaderamente triunfar en el juego del poder.
Leonardo Gil es Consultor en comunicacion politica y de Gobierno