Los comerciantes dominicanos que participan del mercado binacional en Jimaní aseguran que están de acuerdo con el cierre total de la frontera con Haití a partir del avance unilateral de la construcción del canal para desviar el río Masacre.
En conversación con Diario Libre, narran que ellos cuentan con justificaciones propias para querer que pongan control en la frontera: la quema de una granja de chivos en la Descubierta meses atrás propiedad de Aurin Dotel, vocera de la Asociación de Comerciantes del Mercado Binacional Jimaní Mal Paso. Allí murieron unos 300 chivos y el caso permanece abierto.
También la muerte a machetazos de Manuelsito Novas en Arroyo Blanco, Jimaní, y de la pareja dominicana compuesta por Francisco Cuevas Díaz y Rosa Medina Cuevas. Ambos acontecimientos ocurridos este año y aún sin aclarar por las autoridades.
Por los crímenes sin resolver, la alta presencia de haitianos pululando en el lado dominicano sin ninguna identificación, los dominicanos reconocen que es necesario poner controles a la frontera.
«La soberanía y la nación es lo primero, pero no nos dejen solos», advierte Aurin Dotel.
La soledad a la que se refieren los productores es a la ausencia de agencias del Gobierno que los ayuden. Cuentan con decenas de furgones de productos perecederos de primera necesidad
Cogiendo gorgojos
«Aquí nadie ha venido a decir qué van a hacer con nosotros porque tenemos préstamos. Está muy bien la soberanía y todo eso pero, ¿qué hago con esto que tengo aquí?», dice Jesús Ferreras mientras muestra un saco lleno de gusanos que, en el mejor de los casos, se venderá «a lo que diga el cliente».
«A mí lo que más me duele es que aquí no ha venido nadie a decirle a uno cuál es su problema, qué es lo que necesitan, cómo te puedo ayudar. Nadie«, concluye Ferreras.
Víctor Dotel es otro de esos comerciantes cuyos furgones están llenos de gorgojos. Cada furgón lleno de alimentos puede ascender a mercancía por valor de medio millón de pesos, adquiridos a través de préstamos.
Uno de los principales problemas para gestionar cualquier tipo de ayuda gubernamental en Jimaní es la ausencia de asociación. Los comerciantes reconocen que están atomizados con al menos cinco asociaciones más, ninguna reconocida como tal, en lo que dicen, están trabajando.
«Mire, estos pueblos sin estos mercados es como cuando usted le saca parte de los pulmones al cuerpo, no resiste. Porque por aquí no hay empresas, no hay industria. Entonces el mercado es la válvula de escape que tiene el Estado para que la gente no se desespere», dice el comerciante Julio César Vólquez.
«La apertura»
A pesar de que el Gobierno dominicano ha hecho hincapié de la apertura a pie de la frontera y los mercados fronterizos, en la práctica la apertura comercial no es real. Pues esto implicaría que las ventas se transporten a territorio haitiano en carretilla, cuando las ventas que se realizan se trasladan en furgones.
«Lo que me dicen las clientes, porque la mayoría son mujeres, es que no van a comprar en carretillas, porque el sindicato de choferes de aquel lado (camioneros) no le garantizan la seguridad y además 100 cajas no es compra, estamos hablando de mil cajas», dice Jesús Ferreras.
La situación es confirmada por el resto de los comerciantes.
A esto se estaría sumando la supuesta presión de otros sectores haitianos que están amenazando a los haitianos que compran del lado dominicano a quienes le advierten que le botarán los productos si es que compran.