Por Víctor Feliz
Para el año 1966 la carencia de viviendas era evidente y el desarrollo urbano de las principales ciudades del país era prácticamente imperceptible.
A partir de esa fecha y de manera sostenible, no ha parado de crecer la capital de la nación.
Basta con echar una mirada retrospectiva para darnos cuenta que las primeras inversiones en obras públicas, obedecían a un muy buen plan estructurado y llevado a cabo al pie de la letra.
Todo parece iniciar con la edificación de centenares de viviendas en el sector sur de la ciudad de Santo Domingo en los márgenes de la avenida Independencia (carretera Sánchez) conocido popularmente como Honduras, cuyo nombre real es General Antonio Duvergé.
Este magno proyecto de casas unifamiliares, dúplex y apartamentos además contiene áreas de esparcimiento de gran esplendor, arte público, iglesia, zona comercial, escuela, liceo, acueducto propio, destacamento policial, estafeta de correo, etc., este modelo fue replicándose en diversos puntos del país a menor escala.
Avenidas como la 27 de Febrero que cruza de este a oeste a gran parte de la capital de entonces, la extensión de la avenida Simón Bolívar hacia el oeste, la avenida Gregorio Luperón que empalma a modo de circunvalación con Los Próceres.
La ampliación y extensión de la Sarasota y construcción de la avenida Enriquillo, Anacaona, José Núñez de Cáceres, entre otras no menos importantes, fueron definiendo el polígono sur de la capital dominicana.
Todo este entramado vial, por razones obvias, permitió el desarrollo urbanístico que se plasmaba según los planes concebidos y debido a la determinación del Gobierno de entonces en llevar a cabo un impresionante método de inversión pública.
Como era de suponer, las edificaciones de viviendas y comercio no se hicieron esperar. Sectores como Bella Vista (en parte privado), Mirador Sur y Norte, Los Maestros, Ciudad de los Millones (el cual contaba hasta con un cine), Urbanización Real (Originalmente La Lotería), Los Cacicazgos (privado) y Renacimiento, fueron los lugares que albergaron a la clase media que pujantemente se abría paso en esas décadas de los 60’s y 70’s.
Más al sur (carretera Sánchez), el barrio INVI fue el último gran proyecto de viviendas económicas de los 70’s conjuntamente con unas cuadras conocida hoy como La Feria por el entorno de la Lotería Nacional. Esta zona fue de nuevo intervenida con la construcción de un súper proyecto habitacional en los 80 y 90’s conocido como Residencial José Contreras. Obviamente el sector privado hizo lo propio en todo el margen de la avenida 30 de Mayo y la hoy avenida Independencia. El Atala, El Portal, Miramar, Las Antillas, El Cacique y La Atlántida son algunos del los más reconocidos.
El desarrollo de los pueblos surge de la chispa que genera la bujía del motor que se conoce como “el Estado”, es por ello que los planes de expansión de infraestructura turística, industrial, residencial o como se llame, son indelegables.
Es responsabilidad absoluta del Gobierno Central, con ayuda de los gobiernos locales, dirigir los destinos de la nación, evitando la improvisación y con ello la arrabalización de los centros urbanos.
No hemos hecho mención de otras importantes zonas de expansión hacia el polígono central de la ciudad, pues pretendemos hacerlo en otros textos en el futuro.