Transcurridos unos días de la participación de República Dominicana en la Feria Internacional del Turismo (Fitur) y celebrados los consabidos logros anunciados por el Ministerio de Turismo, volvemos a ver cómo se pierde un escenario de tanta trascendencia para vender un activo invaluable como la cultura musical dominicana.
Un potencial históricamente desaprovechado por las autoridades del ministerio en la venta de este paraíso del Caribe que es mucho más que sol, arena y mar, como ocurrió en la pasada entrega de la feria líder para los mercados receptivos y emisores de Iberoamérica, cuyas últimas tres entregas han sido dedicadas a festivales de música. La República Dominicana es el único país con dos ritmos que han impactado, para bien, la industria musical mundial, de manera tal que, por el auge y el apoyo recibido en distintos escenarios internacionales, parecieran ser autóctonos de otras naciones.
Indica el periodista José Antonio Aybar que la bachata y merengue cuentan con verdaderos embajadores que a través de la música han vendido y posicionado esta media isla sin tocar un céntimo de las arcas del Estado.
Ejemplos hay de sobra. Basta mencionar a Juan Luis Guerra, Wilfrido Vargas, Milly Quezada, Johnny Ventura, Sergio Vargas, Romeo Santos, Aventura, Víctor Víctor, y otros importantes exponentes cuya música es la real «marca país» de RD.
Nos deja mal parados frente a los ojos del mundo que dos géneros declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, no cuenten con una política de Estado que vaya más allá de presentar cuatro bailarines en «traje típico dominicano» moverse al compás de una güira, una tambora y un acordeón o marimba.
Una «RD Star Band»
En Fitur 2022 faltó una verdadera «RD Star Band» que acompañará una fiel representación de exponentes del merengue y la bachata, como pasaporte para atraer al turista a quienes, además de ofrecerle playa y el «todo incluido», se le brinde la oportunidad de aprender a bailar un buen merengue y una contagiosa bachata.
La creación de esa gran banda, además de motorizar la economía de músicos y artistas, sería la carta de presentación de la cultura musical criolla en los futuros eventos turísticos y diplomáticos donde República Dominicana tenga participación.